El libro de Hechos registra el ayuno de creyentes antes de tomar decisiones importantes (Hechos 14:23 Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído). El ayuno con frecuencia va ligado a la oración (Lucas 2:37  era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Lucas 5:33 Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben?). Creemos casi siempre que el objetivo del ayuno está en la falta de alimento. Por el contrario, el propósito del ayuno debe ser quitar tus ojos de las cosas de este mundo y concentrarte en Dios. El ayuno es una manera de demostrar a Dios, y a ti mismo, que tomas en serio tu relación con Él. El ayuno te ayuda a obtener una nueva perspectiva y una renovada confianza en Dios.

Aunque en la Escritura casi siempre el ayuno es la abstención de alimentos, existen otras maneras de ayunar. Cualquier cosa que puedas ceder temporalmente con el fin de concentrarte más en Dios, puede ser considerado como un ayuno (1 Corintios 7:1-5 En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia). El ayuno debe estar limitado a un tiempo determinado, especialmente cuando el ayuno es de comida. Los largos períodos de tiempo sin comer son dañinos para el cuerpo. La intención del ayuno no es castigar al cuerpo, sino el enfocarse en Dios. El ayuno tampoco debe ser considerado como un “método de dieta”. El propósito del ayuno bíblico no es para perder peso, sino para ganar una relación más profunda con Dios. Sí, todos pueden ayunar, pero algunos pudieran no estar en condiciones para el ayuno alimenticio (por ejemplo los diabéticos). Todos pueden abstenerse temporalmente de algo para concentrarse en Dios.

Al apartar nuestros ojos de las cosas de este mundo, podremos enfocarnos más en Cristo. El ayuno no es una forma de lograr que Dios haga lo que deseamos, muchas personas creen que el ayuno es para que Dios les dé algo, un esposo, pasar una materia, conseguir un trabajo, ese no es el sentido de un ayuno. El ayuno nos cambia a nosotros, no a Dios. El ayuno no es una manera de parecer más espirituales que otros. El ayuno es para hacerse en un espíritu de humildad y una actitud gozosa. Mateo 6:16-18 dice, “Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.

Si nunca has hecho un ayuno, te invito a que puedas hacerlo y que si quieres hacerlo de comida, perfecto y si eres como yo que no podemos dejar de comer por cuestión de salud, hay otras cosas que si puedes hacer, como por ejemplo: dejar las redes sociales por unos días (tú te planteas el tiempo que creas conveniente para poder discernir lo que Dios tiene para ti) te aseguro que alucinaras de cuánto puede llegar a costarte esto, ya que muchas veces estamos tan adictos a las redes sociales que ni lo imaginamos, muchas veces viendo cosas inútiles y llenando nuestra cabeza de cosas superficiales. Otro podría ser: no comer chocolate durante un tiempo, si eres amante del chocolate o dulce. también podría ser en videojuegos, es decir todo aquello que sientas que inviertes más tiempo de lo debido, y cambiar ese tiempo inútil por dárselo a Dios, tendrá sin duda alguna su recompensa. Escuchar la voz de Dios con tanta distracción o con tanto ruido del mundo, es difícil, pero si apagamos ese ruido y nos centramos en su voz, podremos mejorar nuestra relación con Dios, limpiarnos de todo aquello que nos obstaculiza crecer y llenarnos de vida, de la fuente de agua vida.

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